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Cuando se habla sobre la instalación de un nuevo sistema de calefacción o el reemplazo de uno antiguo, lo primero que piensa casi todo el mundo es en el tipo de combustible que utilizará, es decir si funcionará en base a biomasa, gas natural o gasóleo (ya en desuso), entre otros, así como también en las obras o remodelaciones que habrá de requerir dicha instalación porque esos son los factores que afectarán la economía de los interesados en el corto y mediano plazo. Sin embargo, cuando llega el personal técnico y empieza a hacer preguntas acerca de ciertas características de la edificación, la cantidad de usuarios y sus hábitos de consumo (horas pico en cuanto a la calefacción, demanda de agua caliente, etc.), es cuando se dan cuenta de lo importante que es estar informado en relación a los diferentes tipos de equipo de calefacción que se puede instalar con miras a dar una respuesta eficaz, eficiente y efectiva a todas esas necesidades sin que cueste más de lo necesario, por eso hoy ponemos a tu disposición algunos comentarios y recomendaciones para que tomes una decisión inteligente a la hora de adquirir e instalar tu próximo sistema de calefacción.
Qué sistema de calefacción se puede instalar.
Ahora bien, para poder tomar una decisión informada con respecto a los aparatos o equipos que se pueden instalar esperando obtener una calefacción eficaz y eficiente de cualquiera de tus espacios, primero es necesario conocer los diferentes métodos de producción o generación de calor que ellos utilizan, así como sus mecanismos de distribución y emisión; cada uno de ellos ofrece toda una serie de ventajas y desventajas a partir de las cuales podrás escoger el que mejor se adapte a tus condiciones, hábitos y necesidades, las claves son las siguientes:
·La producción o generación de calor puede darse a partir de la combustión o el calentamiento de filamentos eléctricos, aun cuando hoy en día no es extraño encontrar sistemas híbridos también conocidos como sistemas de agua-aire, cuando se trata de sistemas de calefacción centralizada, lo más común es que la combustión tenga lugar en una caldera, por lo que vale la pena tener presentes estos detalles:
- Calderas de gas: Las hay de gas natural y también de gases licuados de petróleo como el propano o el butano, las primeras son ideales en lugares donde la humedad ambiental sea alta y se requiera un deshumidificador pues la combustión genera solo cierta humedad adicional, mientras que las segundas dispersan al ambiente más de un litro por kilo de gas consumido, resultando idóneas para lugares secos en los que normalmente se instala u humidificador.
- Calderas de combustibles líquidos: Las más comunes son las de gasoil aunque han venido cayendo en desuso por los costes del combustible en relación a su eficiencia calefactora y sobre todo por exigencias normativas como las del último Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE) e igualmente es probable que las de fueloil sigan el mismo destino, en tanto que el queroseno solo ha tenido verdadero éxito en sistemas unitarios.
- Calderas de biomasa: Estas han venido a sustituir a las antiguas calderas de carbón que eran las responsables de la gran mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los sistemas de calefacción, al tiempo que las pellas de madera y otro materiales orgánicos han demostrado ser mucho más amigables con el medio ambiente. Su única desventaja es que son de combustión continua, de modo que solo se apagan cuando se acaba el combustible o se cierra la entrada de oxígeno y esto representa un desafío adicional al momento de regular la temperatura proveniente de estas calderas. .
- Calderas convencionales: A más de uno le extrañará este apartado, y es que si bien las calderas de gas y las de combustibles líquidos se consideran “calderas convencionales”, no es menos cierto que a partir de 2010 el RITE exigió que estas fueran de compartimiento estanco y además estableció un régimen de comprobaciones para garantizar su eficiencia, por lo que las de condensación o baja temperatura y las de baja emisión de óxido de nitrógeno (Nox) han estado ganando terreno en virtud de su eficiencia, por lo que poco a poco se están convirtiendo en el modelo más convencional.
- Calderas de condensación o de baja temperatura: Estas calderas condensan la humedad proveniente de la combustión del gas natural (que genera menos sulfuro) u otros gases licuados de petróleo (que generan más agua), la ventaja es que mientras más frío esté el clima, mejor será la condensación y solo en climas muy extremos se disminuye su rendimiento, ya que solo requiere de calentar el agua resultante a unos 40 o 60º centígrados para cumplir su cometido. Esto proporciona una altísima eficiencia con bajas emisiones de CO2, su principal desventaja es que al reducir el tiro térmico de la línea de gas utiliza un ventilador para elimina vapores residuales y además debe contar con un desagüe que hace más costosa su instalación.
- Calderas de bajo Nox: Son calderas en las que se enfría la temperatura de los gases producidos por la combustión antes de liberarlos al ambiente, restringiendo la volatilización y la combinación de ciertos compuestos químicos, con lo cual se reduce la emisión de óxido de nitrógeno (Nox). Su rendimiento es menor al de las calderas de condensación pero no necesita de un ventilador para dispersar los vapores de condensación ni una tubería de desagüe, de tal suerte que su instalación y su reposición tienen un coste menor.
Como se señaló anteriormente, la producción de calor también puede tener lugar calentando al rojo vivo varios filamentos eléctricos por el Efecto de Joule (con el consiguiente incremento de la factura de electricidad), e igualmente mediante otros procesos y dispositivos como los que se describen a continuación:
- Acumuladores de calor: Ya sean los de tipo estático o dinámico, son aparatos que producen calor calentando resistencias eléctricas y lo almacenan en un conjunto de bloques cerámicos para liberarlo, mediante una pantalla difusora que puede o no estar conectada a un sistema de propagación para ofrecer mayor rendimiento durante las horas de mayor necesidad calórica.
- Convectores: Sin dispositivos que intercambian calor por efecto de termosifón para calentar el aire ambiental, los radiadores son un buen ejemplo de este tipo de aparatos, si bien son los de filamento eléctrico los de mayor eficiencia por la uniformidad de su temperatura y la inmediatez con la que hacen cálida la temperatura de las estancias.
- Suelo radiante: Puede tratarse de cualquier superficie estructural de la estancia a calentar, mas sin embargo se prefiere el suelo como emisor de calor porque mientras más grande sea la superficie difusora, menos temperatura se necesitará para generar un ambiente agradable. Bien sea que se introduzcan tubos plásticos para conducir agua o resistencias eléctricas debajo del suelo y de este modo calentarlo, el calor emanado por el suelo radiante incidirá en la temperatura y humedad del aire circundante, requiriendo muy poca energía para lograr el efecto deseado, compensando así los costes de su instalación.
- Bomba de calor: Similares a un gran secador de cabello, estas máquinas simplemente toman el aire que se encuentra a temperatura ambiental en el exterior y lo calientan haciéndolo pasar en este caso por un conjunto de resistencias eléctricas que se han calentado al rojo vivo antes de bombearlo hacia el espacio a calentar, y aunque su rendimiento ante temperaturas muy bajas no es el mejor, los modelos más recientes han empleado materiales más eficientes (como los filamentos de fibra de carbono) y también se las ha incorporado a sistemas híbridos.
- Placas radiantes: Básicamente obedecen al mismo principio de los suelos radiantes, solo que la superficie de difusión no forma parte estructural de la estancia. A diferencia de los acumuladores de calor, no se añaden ladrillos refractarios y la mampostería no participa de manera tan directa en el proceso de calefacción pues no busca acumular temperatura sino difundirla.
- Sistemas híbridos: Son los que acoplan una caldera (usualmente a gas) a una bomba de calor mediante un circuito lógico programable (PLC) que mide la temperatura ambiente y enciende la caldera apenas detecta que la temperatura está descendiendo y se aproxima a determinados límites que se han programado, o que la bomba de calor está perdiendo rendimiento.
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Ahora bien, en lo que respecta a la distribución del calor generado, vale acentuar que el agua y el aire juegan un papel fundamental, siendo el radiador el medio de difusión más representativo de la primera y los ventiladores o las rejillas de distribución los del segundo, si bien pueden combinarse ambos en dispositivos de difusión igualmente híbridos. No obstante, es en la distribución y propagación donde los gustos y necesidades del usuario son más importantes.
Precio medio de instalación de la calefacción
Es cierto que el precio medio de instalación de un sistema centralizado de calefacción, puede variar mucho en función de la tecnología utilizada, la magnitud de la obra que deba llevarse a cabo y las dimensiones de los espacios que se pretende proveer de calefacción, pero solo a modo de orientación vale la pena tener en mente estas referencias:
La instalación de una caldera de condensación a base de gas natural puede llegar a costar entre 900 y 1300 €, incrementándose el precio en proporción al número de radiadores y otros dispositivos complementarios de difusión que pueda requerir el cliente.
Por otro lado, algunos sistemas de calefacción como los que se ha mencionado antes y entre los cuales se encuentra la consabida caldera de baja temperatura, gozan de subsidios y otros beneficios que hacen rentable su adquisición e instalación.
Cómo se regula
La capacidad calefactora de cada sistema de centralizado –independientemente de su tipo- responde a la temperatura más baja esperada en un año medio, de modo que cuando la temperatura ambiental sea más alta se demandará menos eficiencia a la calefacción. No obstante, esta regulación puede ser por tiempo, por caudal, por temperatura o por la aplicación simultánea de varios de estos criterios.
- Regulación por tiempo: Consiste en un temporizador programable que enciende la caldera o deja fluir el agua caliente durante más tiempo cuando la temperatura ambiental descienda, aproximándose a la programada en el termostato del sistema y por lo tanto se requiera más calefacción.
- Regulación proporcional o por temperatura: Consiste en una válvula automatizada de varias vías que deja fluir más agua caliente para elevar la temperatura o agua del retorno ya enfriada para hacerla descender de acuerdo al límite programado en el termostato ambiental programable que además se compara constantemente con la temperatura del agua de impulso mediante sondas en la tubería correspondiente. Se trata de un sistema obligatorio en sistemas centralizados de tipo colectivo y además es que única que funciona adecuadamente en sistemas de suelo radiante en los que la temperatura de impulsión es siempre más baja que la de la caldera.
- Regulación por aire: En este caso, el termostato interno del sistema regula la temperatura del aire saliente de acuerdo a la medición constante de la temperatura del aire de los extractores.
- Regulación por caudal: Consiste en variar la cantidad del aire o del agua encargados de distribuir el calor generado conforme varía la necesidad de temperatura ambiente, el ejemplo más típico es el de las válvulas de los radiadores y como ya se ha señalado, en los sistemas que funcionan a base de aire, la regulación se hace gracias a una sonda que mide la temperatura del aire de retorno.
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Pues bien, esperamos que toda esta información haya sido de tu agrado y te ayude a resolver muchas incógnitas, pero si después de leer este artículo aun tienes alguna pregunta, no dudes en ponerte en contacto con nuestros expertos en instalación de calefacción, con gusto analizaremos tu caso y le aconsejaremos respecto a las mejores soluciones disponibles para sus necesidades, pudiendo estructurar un presupuesto acorde a tu bolsillo y decirte el precio más bajo.